viernes, 29 de octubre de 2010

The London Chronicles Part III


Gauguin en la Tate Modern


Bueno, no hubo duda en ningún momento de que la visita a la exposición de Gauguin iba a ser el plato fuerte del viaje. Teníamos nuestras entradas compraditas para el martes y ni siquiera mi gastroenteritis y los 3 días que llevaba sin comer lograron mermar mis ganas de irme a verla.

Sunny London
Además, cuando hace sol, Londres se convierte en una de las ciudades más bonitas del mundo

La exposición no es cronológica sino temática y propone una visión de Gauguin como un creador de mitos: para él la pintura debía ser algo autónomo y para ello corta con lo superfluo y plasma no lo que ve sino lo que siente y piensa con el objetivo de dotar a la composición de vida propia, construyendo su propia narrativa. En otras palabras, los cuadros de Gauguin no son un reflejo de la realidad ni de una emoción, sus obras son más bien una serie de sub-mundos donde todo es posible, donde las únicas normas son las que establece la composición y donde se mezclan distintas realidades y ficciones para conformar un organismo completamente nuevo.

Gauguin
Sala 1, identidad y automitología.

Gauguin
Dos niños, de 1889

Gauguin
«My artistic centre is in my brain and not elsewhere»

Así, las distintas salas (Haciendo de lo familiar extraño, Temas sagrados, Eterno femenino...) muestran esta característica aplicada a diferentes temas, ya sean los costumbristas, los religiosos o incluso los paisajes. Las salas 3 y 8 muestran distinta documentación, libros, cartas fotografías, que sitúan al lector en el contexto histórico y geográfico, permitiéndonos ver con mayor claridad qué había de real y qué de imaginario en la obra del artista.

Gauguin
Información histórica relativa a la escena artística de finales del siglo XIX en París

Gauguin
Diversas imágenes de la Bretaña francesa, donde el artista inicia un camino más simbolista

Por alguna extraña razón yo me pasé la visita fascinada con el uso que da Gauguin a los tonos rosados. Os habíais fijado alguna vez? A mí me pareció sublime, lástima no tener ningún ejemplo! Por supuesto, encontrarme cara a cara con alguna de sus obras más emblemáticas fue el otro highlight del día.

Gauguin
El Cristo amarillo, de 1889

Gauguin
Dos tahitianas, de 1899

Respecto a la organización de la exposición, bueno... lo cierto es que incluso con el acceso limitado por la venta de entradas anticipada la cosa estaba a timbote y llegar a ver una obra cómodamente era casi un imposible. Y aunque se han ampliado los horarios de visita (los domingos, por ejemplo, abren un rato de noche) parece que el flujo de gente no disminuye. Así, resulta un poco difícil juzgar la distribución de las salas cuando no se han podido ver correctamente ni recorrer libremente. Pero que todo esto no frene a nadie, si tenéis la oportunidad no dudéis en visitarla! Valdrá la pena dar un par de codazos para poder ver de frente La visión del sermón.

Tate Modern
Trampa, lo sé. Pero no puedo pasar por la Tate sin ir a decirle hola a las bailarinas
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