miércoles, 6 de abril de 2011

Realismo(s): La huella de Courbet

Este viernes se estrena en el MNAC la exposición Realismo(s): La huella de Courbet, que explora el camino abierto por el artista en su influencia a otros artistas catalanes de la época, entre otros Pere Borell y Ramón Martí Alsina.

Autorretrato: El desesperado, 1845
Autorretrato: El desesperado. 1845

Permitidme que en el post de hoy me explaye más de lo normal porque esta exposición no podía hacerme más ilusión, me encanta la obra de Courbet! A diferencia de lo que me haya podido pasar con otros artistas, a los que he estudiado y adorado sobre el papel primero y amado en directo después, Courbet nunca me hizo ni fú ni fa... hasta que me enfrenté (literalmente) a su Entierro en Ornans (1849) en el Musée d'Orsay en París.

Entierro en Ornans, 1849

Este cuadro es alucinante. No solo por sus dimensiones (imaginaos, más de 3 x 6 metros!) sino por la sensación que logra provocar en el espectador. Cuando estás ahí delante no puedes menos que guardar silencio, casi por respeto al muerto -que por otro lado ni siquiera ves. Las figuras, todas ellas tan poco expresivas. El perro, tan despistado. El agujero, tan profundo. Es una obra que te deja sin palabras, casi con la piel de gallina. Vale la visita al Orsay por si sola.

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Pero a lo que íbamos, el realismo de Courbet. Hoy en día nos puede parecer poco atrevido, rompedor o moderno pero lo cierto es que Courbet fue de lo más revolucionario por allá en 1840, cuando lo que se llevaba (y por ende se exponía) era el rollo neoclásico:

J. L. David, El juramento de los Horacios. 1785
David, El Juramento de los Horacios. 1785

El juramento de los Horacios es el máximo exponente de este movimiento, que proclamaba las virtudes de lo clásico y su poder inspirador para la burguesía del momento. Aquí no importa que la escena sea verídica, verosímil o incluso realista. Aquí lo que importa es que está ejecutada a la manera clásica, con una composición equilibrada y racional, con un marco arquitectónico perfecto y que evoca una escena histórica. Pero sobre todo, fijaos en su teatralidad: los tres hermanos juran a su padre que defenderán su patria mientras las mujeres lloran desconsoladas (pero perfectamente sentadas!). Fantástico. Pero nah, eso no es lo que buscaba Courbet!

Autorretrato: El hombre herido, 1844-54
El hombre herido. 1844-54

Courbet se formó en París con el maestro Gros, con quien estudió a otros grandes del realismo como Chardin, Ribera, Zurbarán y Velázquez. Sus inicios estuvieron marcados por el romanticismo de sus obras, como clara contraposición al estilo neoclásico -donde el neoclasicismo es todo cálculo y razón el romanticismo es todo emoción y víscera, en más de un caso literalmente.

Gericault, La balsa de la medusa. 1819
Géricault, La balsa de la medusa. 1819

Pero entonces, ya de cara a la segunda mitad del siglo XIX y en medio de una época revolucionaria, aparece Courbet y dice que el arte debía representar el mundo tal como era y basarse en una observación empírica de la realidad, en los hechos objetivos y no en las convenciones artísticas. Va incluso más allá afirmando que «el artista de un siglo es básicamente incapaz de reproducir el aspecto de un siglo pasado o futuro. [...] Es en este sentido que niego la posibilidad de un arte histórico aplicado al pasado. El arte histórico es contemporáneo por naturaleza. Cada época debe tener sus artistas que la expresen y la reproduzcan para el futuro». Vamos, que Courbet se dedicó a tirar por tierra todos los dictámenes de la Academia, que era el "organismo" que controlaba la escena artística francesa y (consecuentemente, en el aquél momento) mundial.

La Fuente, 1868
La fuente, 1868

Basta de mujeres y hombres perfectos, basta de sacar guapo al protagonista! Basta de hablar de grandes héroes clásicos y vivan los héroes cotidianos: los del pueblo, los del barrio, los que vemos cada día. Basta de que me digan cómo y qué debo pintar, basta de pintar cosas bonitas para que me las compren. Basta de un arte elitista y arriba la democratización del arte, que las clases bajas y los temas cotidianos tengan la misma dignidad artística que las grandes gestas históricas.

Sobremesa en Ornans, 1848
Sobremesa en Ornans. 1848

Los picapedreros, 1849
Los picapedreros. 1849

Así, la aportación de Courbet al realismo no radica en la técnica, que es básicamente la tradicional del Barroco, sino en su nueva actitud frente a la vida y el compromiso histórico que persigue plasmar la naturaleza con una exactitud y una objetividad absolutas. Nada del otro mundo, podríais pensar... pero nada más lejos de la realidad. Los muros que Courbet logró derribar allanaron el camino de otros tantos como Manet, Cézanne e incluso Picasso. Courbet, ahí donde lo veis, es probablemente el padre de la modernidad.

Autorretrato: Hombre de la pipa, 1849
El hombre de la pipa. 1849

De su Entierro en Ornans dijo la crítica «¿Cómo se puede pintar algo tan horrible? Le hacen a uno perder las ganas de ser enterrado en Ornans». Ante semejante comentario probablemente Courbet objetaría que no era él quien creaba la realidad, solamente quien la constataba de manera objetiva. Y como le diría a un amigo «Lo más difícil ya está hecho. Tiene que entrarnos en la cabeza: cuanto más nos nieguen, más nos engrandecerán, más futuro tendremos, pues cada año que nos quitan en este momento equivale a diez años más de futuro». Amén.

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Espero que la pequeña historia de hoy os anime a visitar la exposición y, si os habéis quedado con ganas de más, permitidme que os recomiende los libros El realismo de Linda Nochlin (aquí) y El realismo de Courbet de Michael Fried (aquí), ambos una joya que vale la pena leer si, como a mi, Courbet os parece el no va más. Que no estáis para libros pero queréis profundizar un poco más? Escribidme a artandapart@gmail.com y estaré encantada de enviaros el ensayo que escribí hace algunos años y en el que he basado este post.

Un beso a todos y feliz miércoles!!

2 comentarios:

Galderich dijo...

Bona crítica de l'obra de Courbet. Una cita ineludible a més d'un bon moment per fer comparatives i la seva influència en els artistes de Catalunya.

En un país com el nostre en el que no es valora el s. XIX (llevat del modernisme) és una bona ocasió per donar-li una ullada positiva i crítica alhora.

M. dijo...

Galderich Estic totalment d'acord, al marge de que jo estigui especialment emocionada només de veure Courbet a la vora de casa el leitmotiv de la exposició és molt interessant! Gràcies com sempre per passar per aquí :-)

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