Gauguin en la Tate Modern
Bueno, no hubo duda en ningún momento de que la visita a la exposición de Gauguin iba a ser el plato fuerte del viaje. Teníamos nuestras entradas compraditas para el martes y ni siquiera mi gastroenteritis y los 3 días que llevaba sin comer lograron mermar mis ganas de irme a verla.
Además, cuando hace sol, Londres se convierte en una de las ciudades más bonitas del mundo
La exposición no es cronológica sino temática y propone una visión de Gauguin como un creador de mitos: para él la pintura debía ser algo autónomo y para ello corta con lo superfluo y plasma no lo que ve sino lo que siente y piensa con el objetivo de dotar a la composición de vida propia, construyendo su propia narrativa. En otras palabras, los cuadros de Gauguin no son un reflejo de la realidad ni de una emoción, sus obras son más bien una serie de sub-mundos donde todo es posible, donde las únicas normas son las que establece la composición y donde se mezclan distintas realidades y ficciones para conformar un organismo completamente nuevo.
Sala 1, identidad y automitología.
Dos niños, de 1889
«My artistic centre is in my brain and not elsewhere»
Así, las distintas salas (Haciendo de lo familiar extraño, Temas sagrados, Eterno femenino...) muestran esta característica aplicada a diferentes temas, ya sean los costumbristas, los religiosos o incluso los paisajes. Las salas 3 y 8 muestran distinta documentación, libros, cartas fotografías, que sitúan al lector en el contexto histórico y geográfico, permitiéndonos ver con mayor claridad qué había de real y qué de imaginario en la obra del artista.
Información histórica relativa a la escena artística de finales del siglo XIX en París
Diversas imágenes de la Bretaña francesa, donde el artista inicia un camino más simbolista
Por alguna extraña razón yo me pasé la visita fascinada con el uso que da Gauguin a los tonos rosados. Os habíais fijado alguna vez? A mí me pareció sublime, lástima no tener ningún ejemplo! Por supuesto, encontrarme cara a cara con alguna de sus obras más emblemáticas fue el otro highlight del día.
El Cristo amarillo, de 1889
Dos tahitianas, de 1899
Respecto a la organización de la exposición, bueno... lo cierto es que incluso con el acceso limitado por la venta de entradas anticipada la cosa estaba a timbote y llegar a ver una obra cómodamente era casi un imposible. Y aunque se han ampliado los horarios de visita (los domingos, por ejemplo, abren un rato de noche) parece que el flujo de gente no disminuye. Así, resulta un poco difícil juzgar la distribución de las salas cuando no se han podido ver correctamente ni recorrer libremente. Pero que todo esto no frene a nadie, si tenéis la oportunidad no dudéis en visitarla! Valdrá la pena dar un par de codazos para poder ver de frente La visión del sermón.
Trampa, lo sé. Pero no puedo pasar por la Tate sin ir a decirle hola a las bailarinas
2 comentarios:
Hey, dear, thanks for visiting my blog and commenting!
As for your question: the Mango coat is not a Winter coat at all for sure ;) You have to layer underneath with some wool cardigans for example and pile on scarves and long gloves; or just wear it for Fall. It is odd for a coat but it's a fact :)
guapa si eres la de arriba, buena obra la tuya.
cordial saludo
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