- Patricia dijo...
- Hola! soy tu madre y confieso que sólo he entrado 5 veces en tu Blog, así que debes tener algún que otro lector. Gracias por esas líneas que me has dedicado. Debo decirte que el mérito es todo tuyo pues yo solo sembré la inquietud. Clarifícame algo más: iluminación, composición, disposición, facilidades, etc.
- Patricia
Monica dice...
Mami, eres guay :-)
Sobre las clarificaciones que pides, te cuento en público por si le interesan a alguien más: en este post no he hecho tanta crítica curatorial precisamente porque, como comento, las habilidades expositivas del señor CASM dejan mucho que desear: la iluminación es terrible (menos peor en la de Shrigley) y la disposición de las obras casi que también. Esto último ocurre simplemente porque el espacio del centro está terriblemente estructurado, al menos para el tipo de exposiciones que tienen ahora mismo. El tema de la iluminación, por otra parte, supongo que responde al triste hecho de que no hay suficientes recursos: depende de la Generalitat, es gratuito y no atrae a las masas. Con todo y como digo en mi anterior post, dadas las circunstancias, es una maravilla lo que hacen -de ahí mi poca crítica.
Pero mientras que el tema de la estructura del centro me parece en cierto modo anecdótico teniendo en cuenta la calidad de las obras expuestas, lo de los recursos me parece mucho más triste, sobre todo porque entraña muchos otros pequeños problemas no resueltos:
a) El modelo de centro/museo gratuito en Cataluña funciona MUY mal cuando no hay una gran fundación privada detrás. Parece que aquí lo público, si no te cobra una entrada astronómica, no funciona -y a veces ni eso. Ejemplos: los museos gestionados por el Ajuntament de Barcelona, aunque más o menos decentes (siempre en cuanto a calidad expositiva) sólo son gratuitos una vez al mes y no presentan exposiciones interesantes. Los museos gestionados por la Generalitat (véase MNAC, entre otros) cobran un riñón por la entrada y ni siquiera son de calidad (si alguien recuerda la exposición de Caravaggio sabrá a qué me refiero... yo pasé serios momentos de vergüenza ajena). Los centros gratuitos como el CASM no reciben fondos por entradas y son algo cutres, aunque con exposiciones interesantísimas... cosa que sólo genera falta de pasión por la gente que trabaja allí. Si no me creéis, id y charlad un rato, como hice yo, con el staff del Santa Mónica -deprimente experiencia. Esto me lleva al siguiente punto.
b) Aquellos que trabajan en un centro/museo público son FUNCIONARIOS. Y con esto creo que lo he dicho todo. El personal de sala, por otro lado, aunque joven y sobradamente preparado, pertenece a macroempresas como Magma que los explotan -y esto quita la ilusión a cualquiera. Tema a parte que se derivaría de este punto es la falta de oportunidades laborales (decentes) que hay en este campo en España. Me lo reservo para otro día.
c) En países como Inglaterra la gran mayoría de los museos son gratuitos, independientemente de por quién sean gestionados. Eso si, todos tienen una preciosa urna a la entrada en la que el visitante puede dejar la cantidad que crea conveniente a cambio del servicio ofrecido. El resultado son urnas llenas gracias a la magnífica calidad de las exposiciones, a un staff contento y a una publicidad que deje saber a los ciudadanos lo que se cuece. Cosa que me lleva a un cuarto punto.
d) En este país la gente consume arte solo como un bien de imagen. Como decía a propósito de Mucha, los visitantes no pretenden, en la mayoría de casos, disfrutar de lo expuesto sino disfrutar del caché que da decir que se ha visto lo expuesto. Y el caché es más grande cuando también lo es el título... citando al ex-presidente del MACBA Manuel Borja-Villel, uno de mis ídolos, "hay quien dice que no entiende el arte contemporáneo, pero van al Prado o al Thyssen a ver un Caravaggio o un Velázquez, obras de una sofisticación que se nos escapan. Se confunde el conocimiento con el reconocimiento. Se va a los museos a reconocer etiquetas. Caravgio es una etiqueta: no entiendes, pero lo reconoces. Es una actitud pasiva. Al MACBA hay que venir con ganas de aprender y sin miedo". Por algo su museo es (era) uno de los pocos que se salvan (salvaban) de mi crítica.
Y con esta reflexión me despido, porque no voy a decirlo más claro que Borja-Villel. Eso sí, sirva esta cita como excusa para decirle a mis lectores que no todo lo que sale en Vogue es frivolidad: esta entrevista está extraída de un magnífico artículo de la edición española de Abril de 2006. Ahí queda, como pequeña recomendación de hoy -aunque sea literaria.
Sobre las clarificaciones que pides, te cuento en público por si le interesan a alguien más: en este post no he hecho tanta crítica curatorial precisamente porque, como comento, las habilidades expositivas del señor CASM dejan mucho que desear: la iluminación es terrible (menos peor en la de Shrigley) y la disposición de las obras casi que también. Esto último ocurre simplemente porque el espacio del centro está terriblemente estructurado, al menos para el tipo de exposiciones que tienen ahora mismo. El tema de la iluminación, por otra parte, supongo que responde al triste hecho de que no hay suficientes recursos: depende de la Generalitat, es gratuito y no atrae a las masas. Con todo y como digo en mi anterior post, dadas las circunstancias, es una maravilla lo que hacen -de ahí mi poca crítica.
Pero mientras que el tema de la estructura del centro me parece en cierto modo anecdótico teniendo en cuenta la calidad de las obras expuestas, lo de los recursos me parece mucho más triste, sobre todo porque entraña muchos otros pequeños problemas no resueltos:
a) El modelo de centro/museo gratuito en Cataluña funciona MUY mal cuando no hay una gran fundación privada detrás. Parece que aquí lo público, si no te cobra una entrada astronómica, no funciona -y a veces ni eso. Ejemplos: los museos gestionados por el Ajuntament de Barcelona, aunque más o menos decentes (siempre en cuanto a calidad expositiva) sólo son gratuitos una vez al mes y no presentan exposiciones interesantes. Los museos gestionados por la Generalitat (véase MNAC, entre otros) cobran un riñón por la entrada y ni siquiera son de calidad (si alguien recuerda la exposición de Caravaggio sabrá a qué me refiero... yo pasé serios momentos de vergüenza ajena). Los centros gratuitos como el CASM no reciben fondos por entradas y son algo cutres, aunque con exposiciones interesantísimas... cosa que sólo genera falta de pasión por la gente que trabaja allí. Si no me creéis, id y charlad un rato, como hice yo, con el staff del Santa Mónica -deprimente experiencia. Esto me lleva al siguiente punto.
b) Aquellos que trabajan en un centro/museo público son FUNCIONARIOS. Y con esto creo que lo he dicho todo. El personal de sala, por otro lado, aunque joven y sobradamente preparado, pertenece a macroempresas como Magma que los explotan -y esto quita la ilusión a cualquiera. Tema a parte que se derivaría de este punto es la falta de oportunidades laborales (decentes) que hay en este campo en España. Me lo reservo para otro día.
c) En países como Inglaterra la gran mayoría de los museos son gratuitos, independientemente de por quién sean gestionados. Eso si, todos tienen una preciosa urna a la entrada en la que el visitante puede dejar la cantidad que crea conveniente a cambio del servicio ofrecido. El resultado son urnas llenas gracias a la magnífica calidad de las exposiciones, a un staff contento y a una publicidad que deje saber a los ciudadanos lo que se cuece. Cosa que me lleva a un cuarto punto.
d) En este país la gente consume arte solo como un bien de imagen. Como decía a propósito de Mucha, los visitantes no pretenden, en la mayoría de casos, disfrutar de lo expuesto sino disfrutar del caché que da decir que se ha visto lo expuesto. Y el caché es más grande cuando también lo es el título... citando al ex-presidente del MACBA Manuel Borja-Villel, uno de mis ídolos, "hay quien dice que no entiende el arte contemporáneo, pero van al Prado o al Thyssen a ver un Caravaggio o un Velázquez, obras de una sofisticación que se nos escapan. Se confunde el conocimiento con el reconocimiento. Se va a los museos a reconocer etiquetas. Caravgio es una etiqueta: no entiendes, pero lo reconoces. Es una actitud pasiva. Al MACBA hay que venir con ganas de aprender y sin miedo". Por algo su museo es (era) uno de los pocos que se salvan (salvaban) de mi crítica.
Y con esta reflexión me despido, porque no voy a decirlo más claro que Borja-Villel. Eso sí, sirva esta cita como excusa para decirle a mis lectores que no todo lo que sale en Vogue es frivolidad: esta entrevista está extraída de un magnífico artículo de la edición española de Abril de 2006. Ahí queda, como pequeña recomendación de hoy -aunque sea literaria.
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