Mis métodos son bastante rudimentarios: aunque una gran amiga me regalara una paleta para hacer de mí una pintora de verdad, yo siempre he dicho que soy pintriz, un nuevo concepto que (también) deliberadamente he inventado para definir mis poco ortodoxas costumbres. Me gusta pintar en mi casa, preferentemente en el suelo, mezclando mis colores en soportes para huevos con música que no he oído nunca de fondo. Aunque a veces trabajo en mis ideas durante días o incluso meses, lo más habitual es que la inspiración llegue en el momento menos esperado, haciéndome dejar lo que sea que esté haciendo y, a falta de lienzo y pinceles, agarrar papel y lápiz.
Aunque he llegado a tener el atrevimiento de experimentar con óleos… no sé, no son lo mío. Se que los grandes a los que admiro no hubieran sobrevivido sin ellos, pero nunca fue mi intención emularlos y mucho menos superarlos. Mis grandes inspiradores al pintar son Rothko, Pollock y ahora Ródchenko, en el primer caso por su estética, en el segundo por sus ideas y en el tercero por una extraña especie de conexión cósmica. Pero esto no debería malinterpretarse… ellos tienen su lugar y yo, como se hacía durante la Guerra Fría, aspiro a una bonita coexistencia pacífica.
Ps. El cuadro de la cabecera del blog es también mío y estoy especialmente orgullosa de él -fue mi primera venta!
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