viernes, 6 de mayo de 2011

PCC: Grandes favoritos 2ª parte

El renacimiento italiano me parece una de las etapas más fascinantes de la historia del arte. Desde sus orígenes, con la obra de Giotto hasta el camino abierto por Miguel Ángel hacia el manierismo, el renacimiento equivale para mí a casi 300 años de excelencia artística, de increíble evolución, de innovación y de humanismo.

Podría daros mil ejemplos de mis grandes favoritos renacentistas pero no se me ocurre una manera mejor de explicaros qué es lo que adoro de ellos que hablándoos de los 2 grandes David que nos dejó ese periodo de la historia. Y es que repasándolos a ellos repasamos lo mejor de un movimiento que nació fresco y amigable para morir rabioso y agresivo.

Pero por qué esa manía de representarlo en el renacimiento? Bueno, simplemente porque la historia de David y Goliat les venía que ni pintada. David, ese joven que no destacaba particularmente por su fuerza y del cual se esperaba poco más que el ser un buen pastor, se presentó voluntario para acabar con el temible gigante (2,9 metros de altura, según dicen), jefe de los filisteos, que pretendía someter al reino de Israel. Y no solo derrotó a su contrincante y se alzó rey sino que para ello hizo uso de su fuerza intelectual y no de una fuerza física.

Y ahí estaba: el triunfo de la razón, de los valores tradicionales, y de una nación. David se convirtió en el tema perfecto para los artistas del renacimiento. Pero como vemos en estos 2 casos lo fue de muy distinta manera...


* El David de Donatello (c. 1440)


El David de Donatello está realizado en bronce, mide poco más de metro y medio de altura y hoy en día se conserva en el Museo de Bargello. Es uno de los máximos representantes de la escultura del quattrocento, que se considera la primera etapa del renacimiento italiano. Fue un encargo de la familia Médici a Donatello, que pretendía conmemorar las victorias de Florencia sobre su pueblo rival, Milán. Por supuesto, también debía hablar de los Médici, de los valores que defendían, su amor por las artes y por los artistas, que dejan a partir de este momento de ser considerados artesanos para ser para siempre intelectuales «preparados en todas las disciplinas y en todos los terrenos», en palabras de Leo Battista Alberti.

Así, este David es delicado, de piel suave, formas femeninas y proporciones perfectas. Donatello elige representar el momento posterior a la muerte de Goliat, al que derribó con una piedra lanzada a su cabeza con una honda (un tirachinas) y al que, una vez en el suelo, decapitó con la espada del enemigo. Pero nada de esta escena que debió ser horrenda se refleja en esta escultura: si (lo que queda de) Goliat parece casi sereno, David mira con calma y posa orgulloso, altivo, con la prueba de su proeza a sus pies -la espada en una mano, la piedra en la otra. La inscripción de la obra lo deja claro, «A los que valientemente lucharon por la madre patria los dioses darán su ayuda, incluso ante los más terribles enemigos». Y es que Florencia se alzó ante sus rivales cual David frente a Goliat, y en aquél momento todo parecía indicar que nada podría con ella...


* El David de Miguel Ángel (1504)


El David de Miguel Ángel es ya a simple vista la antítesis de su colega el David de Donatello. Realizado en mármol, mide más de 4 metros y su portentosa presencia poco tiene que ver con la delicadeza de aquel joven que ya había acabado con Goliat. Paradigma del cinquecento, fue encargado por la Opera del Duomo de la catedral de Santa María del Fiore de Florencia como parte de la decoración de los contrafuertes de ésta, que debían acoger 6 figuras de grandes dimensiones de personajes del Antiguo Testamento. Finalmente, la obra de Buonarrotti fue erigida como símbolo de la República de Florencia, liberada ya del yugo de los Médici, que se habían hecho con el poder de la ciudad, y fue colocado en la Piazza della Signoria, sede del poder civil.

El momento que eligió representar Miguel Ángel es el de máxima tensión, acorde con los tiempos que corrían: un David que es un hombre y no un chiquillo, musculoso y masculino, se prepara para derribar a su contrincante -está decidido a atacar pero en este momento todavía piensa y calcula, los músculos en tensión, y vemos la ira contenida en sus ojos. Y así estaba Florencia, herida y desengañada, enrabiada y atravesando ese último instante de calma ficticia, preparándose para la batalla final que habría de acabar con su reinado humanista. No podía Miguel Ángel representar una guerra ganada cuando estaba claro que el mundo iba a cambiar, que la época de las luces estaba por dejar paso a otra de claroscuros perfectamente plasmados en los lienzos de Caravaggio.

Pero esa es otra historia y me la guardo para otro día...

Feliz fin de semana!!!
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